Drácula 3D ese monstruo fílmico bizarro
Pablo Riquelme no deja títere con cabeza en esta nueva crítica cinematografica. Esta vez le toca el turno a la mítica figura de Drácula al que precisamente no lo deja en muy buen lugar. Sus razones tendrá.
Drácula 3D, bizarrada involuntaria
Una cosa es homenajear el cine de terror
bizarro de antaño y otra, muy diferente, es hacer una “bizarrada”. Y no se
equivoquen, cuando Quentin Tarantino o Robert Rodríguez hicieron “Planet Terror” y “Death
Proof” construyeron, voluntariamente, todos y cada uno de los pasos
emprendidos para llegar al resultado final. Pero lo que el director Darío
Argento hace en “Drácula 3D” no es homenajear
lo bizarro de forma consciente, sino crear un monstruo fílmico para el que cada
segundo de su vida es un infierno. Desde su lamentable introducción hasta su
torpe y fraudulento desenlace, “Drácula 3D” está rogando que alguien le clave
una estaca en su corazón para acabar con su sufrimiento.
La disposición de los elementos escénicos, su
reparto, y su “guión” (¡JA!) están a la altura de una obra de teatro escolar. Y,
al menos, esta última tiene un propósito lícito.
La fotografía, y la música (que parece sacada
de una biblioteca gratuita de sonidos sin ningún tipo de criterio) son algo
L-A-M-E-N-T-A-B-L-E. Una falta de respeto, matizaría.
Después de descubrir que la película ha
contado con cuatro guionistas, siendo uno Enrique Cerezo, lo que me pregunto
es: ¿Ninguno de ellos ha tenido cierto tipo de principio moral o ético?
Me quedo sin argumentos al respecto de esta
película porque, sencillamente, TODO ES HUMO (eufemismo de lo que realmente me
apetecería decir).
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